¿ Alguna vez has escuchado hablar a un líder? ¿A un dueño de una empresa, un emprendedor, un orador motivacional? Todas las charlas comienzan con una historia, y las historias tienen un porqué.
Las historias juegan un rol central en la manera en la que comprendemos el mundo. Durante mucho tiempo, cumplieron un rol social importantísimo: los hombres se reunían alrededor de una fogata, por las noches, y se contaban historias. Historias acerca de grandes hombres y grandes hazañas. Así nacieron las primeras leyendas y mitos que explicaban fenómenos naturales.
A lo largo de la historia las grandes figuras han tenido siempre cerca a poetas e historiadores, para documentar y narrar su vida y sus obras. Porque al final del día, la cantidad de personas que uno puede conocer es limitada. Una historia, por otro lado, puede llegar prácticamente a todos lados; y con ella, la imagen y reputación de una persona.
En 2009 se dio a conocer un video que Pep Guardiola, por entonces director técnico del Barcelona Fútbol Club, hizo ver a los jugadores minutos antes de jugar la final de la Champions League, máximo campeonato del fútbol europeo. Barcelona se disputaba el título contra el Manchester United. Fue un partido encarnizado, un verdadero duelo de titanes. Lionel Messi versus Cristiano Ronaldo. Barcelona resultó victorioso, con 2 tantos contra 0.
El video que Guardiola mostró a su equipo tenía música de Pavarotti, mezclada con escenas de la película épica Gladiador intercaladas con escenas de cada jugador del equipo en su momento de mejor desempeño. El mensaje era claro: “ustedes son esto, son gladiadores a punto de salir al Coliseo. Tienen a los ojos del mundo entero pendientes de cada movimiento. Como Máximo (protagonista de la película) tienen que salir y ganarse el amor del público y la gloria de la victoria.” Cuentan que cuando encendieron las luces muchos jugadores lloraban y Pep los mandó a la cancha así, sin decirles ninguna palabra.
Lo que Pep hizo fue contarles una historia. Una en la que ellos eran los héroes. Y¡vaya que funcionó! Las historias nos cambian. Steve Jobs hizo de la empresa Apple la marca emblemática que es hoy en día también mediante historias. Creó una narrativa en la cual una computadora Mac o un I-phone son más que simple tecnología: son símbolos de diseño, una marca estética, algo que da distinción, algo indispensable.
El foco no es en el hecho de que la historia sea o no cierta, sino en que la gente compra las historias. Se identifica con ellas, siente empatía por sus protagonistas y busca hacer lo que ellos y usar lo que ellos usan. En el caso de Steve Jobs se trata, por ejemplo, de la historia acerca de cómo dejó la universidad pero siguió yendo a cursos de caligrafía, y gracias a eso existen las distintas y bellas tipografías en las computadoras. La historia le agrega valor al producto final, y hace que las personas vean la cantidad de trabajo que éste requiere y por ende lo aprecie mucho más.
Por esto es que resulta tan fundamental saber contar nuestras historias, porque es lo que la gente recordará de nosotros y de lo que hacemos. De paso, además, tenemos que saber tomar cada tropezón no como un contratiempo insalvable sino como una parte más que podremos agregar a nuestra historia. Al final del día, con los ritmos tan rápidos de la actualidad, y la cantidad de “fogatas” donde reunirse, la gente sólo se detiene a escuchar las historias más interesantes.