Se habla a veces de que las ideas flotan en el aire. Y quizás sea así, y simplemente estén dando vueltas por ahí, esperando que nos tropecemos con ellas como Pasteur con la penicilina, Newton con la manzana o Arquímedes desbordando su bañera.
Si algo tienen en común gran parte de los descubrimientos que mencioné es que ocurrieron mientras los descubridores hacían otras cosas. Estaban dejando vagar la mente, ocupados quizás en soñar despiertos cuando de repente se encendió el foquito y ¡oh sorpresa! Se dieron con algo importantísimo de frente. Se podría incluso parafrasear la famosa frase de John Lennon y decir que “la creatividad es lo que te sucede cuando mirás hacia otro lado”. Acá van unos consejos para relajar la mente y atrapar algunas de las ideas que dan vueltas por ahí:
- Cambiar el espacio: un nuevo lugar ofrece perspectivas distintas, un aire diferente. Una caminata por un lugar inusual puede darnos ideas, hacer que esa red que llamamos memoria relacione cuestiones que antes no podía. Cambiando el espacio físico pasa lo mismo con el psicológico, y cuando pensamos que ya no estamos en el trabajo pueden ocurrírsenos nuevas soluciones.
- Hablar con alguien que no sepa nada de la materia: no importa si estamos buscando una solución a un problema en el campo de la física cuántica o hablando de microeconomía. Muchas veces lo que funciona en un campo puede, ajustándose, funcionar en otro. Y nuestros paradigmas no nos dejan ver más allá de nosotros mismos. Hablar con un experto en otra materia puede resultar muy beneficioso. Y ni siquiera tiene que ser un experto. A veces hasta un niño, con toda su inocencia y falta de pre-conceptos puede darnos una solución que para él es muy simple pero a nosotros nos signifique un gran avance.
- Eliminar la negatividad: nuestra mente y la negatividad no se llevan bien. Si repetimos algo lo suficiente (“no voy a poder”, “mi producto no resulta atractivo”,etc) entonces actuamos en concordancia a nuestro pensamiento. Si pensamos en términos positivos actuaremos así, y también estaremos más abiertos a nuevas ideas.
- Darse una ducha: la comodidad del agua caliente y el ruido de fondo que crea hacen de la ducha el ambiente perfecto para enfocarnos en las soluciones a un problema y en ideas no lineales. Es bueno tener una libreta o un grabador a mano para no perder esas ideas cuando salimos de la ducha.
- Buscar literatura de un género desconocido: la literatura nos invita a adentrarnos a mundos que desconocemos y a la mente de personas extrañas. Cuando consumimos siempre el mismo tipo de literatura nos acostumbramos a sus temas y convenciones, por eso un cambio radical nos deja desorientados y maravillados ante personas, lugares y convenciones diferentes, haciendo que la experiencia sea ideal para encontrar nuevas ideas.
- Escribir un poema, pintar un cuadro: estamos habituados a escribir en prosa. Una idea después de otra, con una estructura lógica: sujeto-verbo-predicado. Nuestro cerebro, entonces, piensa de la misma manera. Pero no tiene por qué ser así. La escritura literaria se maneja de manera distinta, ya sea escribir un flujo de conciencia (las ideas tal cual vienen a nuestra mente, sin necesidad de un orden lógico, saltando de tema en tema) o una poesía, eso hace que se activen partes del cerebro que no estábamos usando antes. Cuando pintamos un cuadro sucede algo similar. No hace falta que seamos maestros de las artes plásticas, el solo hecho de intentar plasmar algo sin palabras nos obliga a pensar diferente y esto es justamente lo que buscamos.
En general, cuando exploramos el mundo exterior sucede algo análogo en nuestro mundo interior, y mientras más en contacto estemos con uno, más lo estaremos con el otro.