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¿Te sentís Culpable? Cómo soltar la culpa en la maternidad

Estamos rodeadas de modelos de mamás “perfectas” en los medios sociales y en la vida real. Cierto o no, esto contribuye a hacernos sentir culpables de que no somos buenas madres. O incluso, que no estamos dando suficiente de nosotras mismas a nuestros hijos, que estamos fracasando en lo que tanto deseamos ser: buenas madres.

Las imágenes de mamás exitosas, bonitas, con los hijos educados y la casa siempre arreglada nos enfrenta a compararnos. Debemos asumir que no estamos llegando al alto ideal de mamá que tenemos en mente. Este sentimiento de que no estamos haciendo un buen trabajo con nuestros hijos, nos hace sentir culpables y nos impide generar satisfacción personal o buena energía para desarrollarnos con soltura en nuestro rol de madres. En mayor o menor medida, todas nos angustiamos por este sentimiento de culpa y de eso vamos a hablar hoy. ¡Dejame un comentario si te sentís identificada!

La sensación de culpa se presenta por ejemplo cuando decimos: “Carlitos se raspó la rodilla en el patio, si yo hubiera estado con él no le hubiera pasado”. O “yo tendría que pasar más tiempo con los chicos, ¡pero trabajo tantas horas!”. “Tuve que dejar de darle el pecho a mi bebe cuando volví a trabajar, me siento mal por eso”. “Mi vecina hace muchas actividades con sus hijos, yo tendría que ser más como ella”. ¿Te resulta familiar? Lo cierto es que a nadie le gusta sentir que se queda corta en la formación de sus hijos. Y al ser la maternidad una responsabilidad que nos llegó sin manual de instrucciones, y que ocupa todas las horas de nuestros días, es más que probable que vayamos a cometer errores, como todas. Pero no podemos conectar eso a nuestro valor personal o a como somos como madres.

Por otra parte, solemos pensar que nuestros hijos son más frágiles de lo que realmente son y que, por consiguiente, cualquier situación les creará un daño irreparable. ¡Los chicos son más resistentes de lo que creemos! Visto desde la perspectiva que dan los años, veo que mis hijos han resultado ser buena gente a pesar de todas las veces en las que yo no he estado a la altura de las expectativas, tanto por error como por omisión.

Una razón generalizada por la que las madres nos sentimos culpables es por ir a trabajar y dejar a los niños al cuidado de otra persona o en un day care. Nuestro cerebro tiende a medir el amor que le damos a nuestros hijos con el tiempo físico que pasamos con ellos. También nos cuestionamos nuestros valores cuando ponemos nuestra carrera o trabajo por encima del tiempo con los hijos.

Cuando nació mi hijo mayor, y al poco tiempo mi hija, dejé de trabajar durante cinco años y luego volví al rubro de turismo que siempre me resultó atractivo. En esos años de mama full-time, que disfruté mucho, sentía algo de culpa por no estar contribuyendo a la economía familiar, lo cual también limitaba a mis hijos las oportunidades de participar en actividades, de tener mejor ropa, más variedad de juguetes, etc. Al tiempo de comenzar a trabajar, llegó mi primer viaje de trabajo que duraría unos cuatro días. Fui llorando en el avión por la culpa de haberlos dejado en casa, aun cuando estaban bien cuidados. La azafata se sentó en el asiento del lado un momento para ver que me pasaba, y le dije que me sentía muy culpable por ir a una convención cuando mis hijos no venían conmigo. Por supuesto, a mis hijos no les quedó ninguna secuela porque su madre trabajaba fuera de casa, y por el contrario, más adelante me comentaron que les gustó ver que su mama cumplía sus aspiraciones laborales, se hacía cargo de sus finanzas y por cierto que también tomaba tiempo para ellos.

Veamos entonces cómo combatir esta culpabilidad que nos roba alegría, nos deprime y afecta nuestra autoestima:

Respirá hondo. El sentimiento de culpa surge muchas veces de pensamientos automáticos. Si sentís que te invaden los pensamientos negativos, dejá lo que estás haciendo y respirá hondo para cortar el proceso.

Desafiemos a nuestros pensamientos negativos. Cuando arrancamos con pensamientos de “yo tendría que haber hecho esto o aquello”, “yo siempre salgo tarde del trabajo” o “yo nunca les pongo atención”, vale la pena preguntarnos si es un comentario legítimo, si realmente nos hemos equivocado, o si simplemente es una exageración que busca alcanzar el ideal de madre perfecta que tenemos en la cabeza.

Tratémonos como a una amiga. Tengamos compasión por la situación y hablémonos con las mismas palabras que usaríamos para conversar con una amiga que nos esté compartiendo sus sentimiento de culpa y ansiedad.

Evitemos las comparaciones. Cada madre tiene sus propios desafíos y circunstancias. Por perfectas que se vean no sabemos cómo es su realidad en privado. Si algo hemos aprendido de Instagram es que todo se ve más bonito con un filtro. Por eso, enfoquemos nuestras energías en ser la mejor mamá que nosotros podemos ser en NUESTRA familia, para NUESTROS hijos, y no la mejor en comparación con otra.

Dale prioridad al auto-cuidado. Cuidarte a vos misma antes de cuidar a los otros no es egoísmo, es sentido común. Establecer una rutina de auto cuidado logra que estés más presente y tengas más paciencia con tus hijos, y por consiguiente vas a tener menos momentos de sentirte culpable. Si hasta cuando viajamos en avión nos instruyen que tenemos que ponernos primero nuestra propia mascara de oxígeno antes de ayudar a otros, porque si no estamos bien no podemos asistir a los demás.

Perdonémonos. El perdón es muy poderoso, muy en especial el hacerlo a nosotros mismos. En una labor que tiene un horario de atención de veinticuatro horas los trescientos sesenta y cinco días al año, y con tareas que vamos aprendiendo sobre la marcha, es imposible que hagamos todo a la perfección y sin cometer errores. Tratémonos con suavidad y aceptemos que no hay fracaso cuando aprendemos de nuestros errores, que podemos disculparnos cuando corresponde y que el perdón nos libera.

Celebrá tus logros. Cuando observamos las cosas que van bien, los pequeños y grandes aciertos, es bueno festejarlos. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de pasar por alto todas las cosas que SI logramos cada día.

Evitá la gente que vive criticando. Las críticas de los demás solo refuerza nuestro sentimiento de culpa y vergüenza. Tratemos de rodearnos de gente que nos apoye y nos estimule. Sé que no siempre es posible, pero no le demos peso a las opiniones de los demás ya que nadie está viviendo tu situación, y mucho menos son dueños de la verdad.

Tenemos que aceptar que no le vamos a caer bien a todo el mundo y que cada tanto vamos a errar el camino en esta hermosa labor de ser madres. Y está bien así, no pasa nada. Lo que es importante reconocer, además, es que no podemos seguir poniéndonos presión para alcanzar un estándar de mamá perfecta, porque nadie lo es. Solo pensemos en ser mejor que ayer, corregir curso cuando nos equivocamos, ¡y disfrutar el camino!

Sandra Camponogara
Sandra Camponogara
Sandra emigró a los Estados Unidos en 1988 desde su Argentina natal con grandes sueños y sin ahorros. Después de trabajar en la industria del turismo en la ciudad de Nueva York durante unos años, comenzó su propia compañía de operadores turísticos, InterConnect USA en 2000 y dos décadas más tarde creó su segunda compañía, Hola Fortuna. Reinventándose una y otra vez a través de desafíos comerciales y personales, Sandra alienta a las latinas a buscar el equilibrio y la independencia financiera.

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