Con frecuencia nuestros miedos detienen nuestros más nobles impulsos de expresión. La escritora Elizabeth Gilbert nos dice que ‘como seres humanos, la Creatividad es nuestro derecho de nacimiento’. Nuestra vida toma una profundidad, expansión, riqueza, colorido diferente cuando podemos expresar lo que llevamos en nuestro interior sin temer la opinión de los demás, el resultado monetario resultante de nuestra obra o si nos convertiremos en la próxima estrella en nuestro arte. Cuando creamos por el simple hecho de disfrutar lo que hacemos, nos sentimos bien, reconfortados. Pero el miedo también convive en nosotros e intenta desviarnos de nuestro propósito y deseo de crear. No podemos deshacernos del miedo… convive con nosotros y tiene una función útil que nos mantiene alejados de peligros, pero podemos educarlo para que no interfiera con nuestro proceso de creación. En el libro Big Magic, dándole al miedo el lugar que le corresponde, Gilbert le escribe la siguiente carta:
Querido Miedo: Creatividad y yo nos vamos de viaje
«Querido Miedo: Creatividad y yo nos vamos de viaje, y me imagino que te unirás a nosotras, porque siempre lo haces.
Sé que crees que tienes un importante papel en mi vida y que te lo tomas muy en serio.
Al parecer, tu trabajo consiste en provocarme el mayor pánico posible cada vez que me dispongo a hacer algo interesante, y debo decir que lo haces muy bien.
Así que sigue haciendo tu trabajo, si crees que es lo que debes hacer, pero yo también voy a hacer el mío, que es emplearme a fondo y no perder de vista mi objetivo.
Creatividad también hará su trabajo, que consiste en seguir siendo estimulante e inspiradora.
En el coche, hay espacio para todos, así que siéntete como en casa, pero ten esto claro: Creatividad y yo somos las únicas que tomaremos decisiones en este viaje.
Reconozco y respeto que eres parte de esta familia, y precisamente por eso no te voy a excluir de ninguna actividad; pero, aun así, tus consejos nunca van a ser escuchados.
Tienes permitido sentarte y también tienes voz, pero no tienes voto.
Está prohibido que toques los mapas de carretera, no se te permite sugerir desvío en el itinerario; no se te permite subir o bajar la calefacción. Ni siquiera puedes tocar la radio.
Pero sobre todo, y lo más importante, querido y viejo amigo, es que tienes absolutamente prohibido conducir.»
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