Lo que se espera de una persona en la franja 20-30 hoy en día es muy distinto de lo que se esperaba a comienzo de siglo. Antes una educación primaria (saber leer y escribir, y algo de matemática rudimentaria) era suficiente para conseguir un trabajo y el dinero tras algunos años era suficiente para comenzar a pagar una casa, mantener a una familia y aportar para algún día jubilarse.
Hoy en día el panorama es increiblemente diverso. Hay adolescentes que ganan millones con la creación y venta de alguna aplicación móvil, y otros que deciden quedarse en la casa de sus padres para poder seguir estudiando, conseguir un título universitario, luego una maestría y hasta un doctorado. Los hay quienes se casan jóvenes, los que ni siquiera lo consideran y prefieren tomarse un año sabático y viajar a Nueva Zelanda a recolectar kiwis y luego viajar por Asia o Europa. Y en el medio, lector, debes estar tu.
Cualquiera sean tus planes para el futuro y para tu presente, es importante que sepas una cosa o dos acerca del manejo del dinero y las finanzas, y para eso estamos nostros. El objetivo de este artículo es proporcional una guía para tener una buena base económica para el futuro sin dejar de disfrutar esta etapa de tu vida. Como siempre, se trata de una cuestión de balance.
¿Así que estás en tus 20s? Las preguntas que hace un desconocido en una reunión son un buen indicador de cuales son las expectativas que hay sobre alguien. Seguramente hablás escuchado muchas veces “¿estudias o trabajas?”. El viejo “y ¿para cuándo la boda y los hijos?” ya casi ni se escucha (exceptuando las comidas con la abuela, pero algunas cosas nunca cambian) así que no te preocupes, porque ese ya no es el parámetro para medir la adultez.
Para comenzar, hay 3 marcadores principales para determinar la adultez: aceptar la responsabilidad por uno mismo, la independencia financiera y poder tomar decisiones independientemente.
Estamos para ayudarte en todos los puntos. Pero hoy nos vamos a concentrar en el segundo.
Para controlar tus finanzas es fundamental:
–Eliminar la deuda de crédito: tener una tarjeta de crédito es tentador y muy fácil actualmente. Las compañías se aprovechan de eso. El truco es no tener más de las que eventualmente necesitemos para evitar gastos inutiles y no ceder ante el poder de poder comprar todo ahora y acumular deuda para después. Esto varía de país a país, pero usualmente hay una manera de revisar nuestro puntaje crediticio y asegurarnos de que no debemos nada.
-Tener un fondo para emergencias: a nadie le gusta pensar en las emergencia, pero para algo existen los seguros. Es importante destinar parte de nuestro dinero a un fondo de contingencia, porque nunca se sabe cuando podemos necesitarlo. Los arreglos de un auto a menudo son inesperados y costosos, lo mismo pasa con algunos gastos extraordinarios de mantenimiento, como manchas de humedad culpa de un vecino distraído que dejó un grifo abierto o un ascensor que dejó de funcionar. El fondo de emergencias debería servirnos para esas situaciones imposibles de prevenir.
-Tener un fondo para el retiro: puede parecer muy apresurado pensar en ello, ya que la mayoría de las personas no se retiran hasta bien entrados los 60 años, pero justamente por eso resulta conveniente hacerlo ahora, para no tener que preocuparnos después. Muchas pasantías o empleos de nivel inicial no ofrecen aportes para el fondo de retiro, pero podemos conseguir uno por nuestra parte para comenzar a contribuir. Una buena regla es apartar 5% del salario a los 25 años, e ir aumentando la cantidad hasta apartar 10% a los 30.
Algunos objetivos populares:
-Comprar una casa
-Invertir
-Vacaciones
-Elaborar un plan de pago de la deuda (si tenemos deudas)
Para alcanzar estos objetivos hay que aprender a trabajar con un presupuesto:
Un error común es pensar en nuestros ingresos y en cómo cada compra o actividad los afecta. En realidad disponemos de menos dinero del que pensamos cuando cometemos este error. Hay una serie de gastos fijos que deberíamos tener en cuenta:
-Alquiler
-Comida
-Electricidad, agua, gas, etc
-Transporte (cuotas del auto y gasolina o autobus, tren, etc)
-Gastos de celular: abono mensual
-Actividades recreativas : sí entran en la categoría de gastos fijos porque algunas actividades son necesarias para poder vivir bien. Todos recordamos aquella escena en “El Resplandor” y a Jack Nicholson tipeando una y otra vez “mucho trabajo y poca diversion hacen de jack un aburrido”. No queremos que nos ocurra lo mismo, ¿verdad? Entonces debemos contar al gimnasio, el cine de vez en cuando y hasta Netflix como gastos fijos.
Nuestro sueldo real, lo que nos queda en la mano después de todos los gastos fijos, es lo que podemos gastar realmente, aquello en lo que debemos pensar y sobre lo que debemos tomar decisiones:
Gastos flexibles:
-salir a comer
-artículos de cuidado personal
-ropa (y compras en general)
-otros tipos de entretenimiento
-medios de transporte de uso excepcional (taxis, uber)
Lo mejor es planear por adelantado. Para calcular por adelantado cuánto dinero tenemos disponible por semana si queremos llegar a fin de mes, podemos dividir el dinero en 4.3 (el “.3) es porque el mes siempre tiene un poco más de 4 semanas) y con eso tendremos el presupuesto para la semana. Si hay algún evento importante como un recital que requiere de más dinero, simplemente ajustamos el presupuesto de las demás actividades para compensar.
Si tenemos más de una tarjeta de crédito podemos pagar los gastos fijos con una y reservar la otra para los gastos flexibles, y así el monitoreo se hará más simple
Otra habilidad importante a tener en cuenta es saber negociar. Tanto como para recortar gastos como para conseguir un mejor sueldo o una mejor posición laboral, siempre existe cierto margen de negociación y depende de uno aprovecharlo.