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Cómo incentivar a los hijos para que sean bilingües

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Criar hijos bilingües es un desafío, pero uno que vale la pena abordar. Los chicos criados en Estados Unidos de padres inmigrantes están expuestos a través de sus interacciones diarias con amigos, escuela, televisión, a una sociedad que tiene un idioma y cultura diferente a la del hogar. Y lo más difícil, es cuando se rebelan y no quieren hablar el idioma familiar, en mi caso el español.

Cuando nacieron mis hijos hace 3 décadas, no había información de cómo criar hijos bilingües de modo que todo lo que intentábamos fue a puro instinto. Durante sus primeros tres años de vida, mi primer hijo estuvo fundamentalmente expuesto al español que hablábamos en casa, y cuando empezó a ir al Jardín de Infantes enseguida se adaptó al inglés de las maestras y sus compañeros. Si bien mi marido y yo también hablábamos inglés, nunca nos dirigimos a él en ese idioma. Habíamos decidido que la consistencia lingüística iba a ser nuestra aliada, y por cierto que yo prefería que de mí aprendiera español ¡y no mi inglés con acento argentino! Cuando mi hijo tenía 2 años, nació mi hija y aplicamos la misma filosofía. Sin embargo, notamos con el tiempo que conmigo hablaba español, pero con el hermano hablaba inglés, especialmente cuando ella también empezó a ir al Jardín de Infantes.

Pero todo venia bastante bien hasta que el mayor empezó 1er grado, y un día durante la cena hizo el anuncio oficial: “¡Yo soy americano y voy a hablar en inglés!” Mi marido le dijo “está bien”, y puso un frasco vacío sobre la mesa, “cada día que vos hables español en casa, yo voy a poner un dólar en el frasco, pero cada día que hables en inglés, voy a sacar un dólar. Lo que haya en el frasco a fin de mes, es tuyo y podés comprar lo que quieras”. El primer mes, el frasco tuve muchos ingresos y egresos, y al final del mes habían quedado unos $8 dólares. Mi esposo le dijo entonces “Si querés vamos a la juguetería y te comprás lo que quieras con tu dinero”. Con enorme sonrisa y los bolsillos inflados con los $8 dólares, fuimos a la juguetería y lo invitamos a que compre lo que quisiera con ese dinero. Eligió un auto a control remoto que valía $27 y que por su puesto no le alcanzaba, asique le indicamos que siga buscando, lo cual hizo hasta que consiguió algo dentro de su presupuesto.

Importante lección de manejo del dinero, dicho sea de paso, que acredito le debe haber inspirado a seguir la carrera de finanzas. El frasco fue centro de mesa durante varios años, y a partir de esa primera experiencia, no hubo que estarle recordando que hable español, solo tenía que mirar el frasco y allí encontraba su motivación. En los meses sucesivos el frasco alcanzaba a llenarse con casi $30 consistentemente.

Mi hija hablaba con gusto el español en casa aun cuando tenía una fuerte influencia de inglés en su entorno. Pero cuando tenía unos 8 años, en uno de los viajes a Argentina, algunos chicos le hicieron burla por el acento americano. Aunque lo hablaba bastante bien, se notaba que no era criada en Argentina. Desde niña le gusto hacer las cosas bien o no hacerlas, así es que decidió abandonar el español. No había forma de incentivarla a que lo hable, pero nosotros seguíamos de todos modos firmes en hablarle en español y ella nos contestaba en inglés. En casa escuchábamos música en nuestro idioma y las abuelas venían con frecuencia a pasar un tiempo en casa, de modo que ella seguía expuesta, pero de manera pasiva. Lo del frasco no funcionaría con ella porque nunca la motivo el dinero. Pero cuando tenía unos 12 años descubrió el ritmo de la música latina, descubrió a Juanes, Shakira, Diego Torres y entonces la empezamos a alentar a que cante las letras y allí fue que retomó con pasión su interés por el idioma y por nuestra cultura de nacimiento. Hoy en día habla bonito español, hace empanadas argentinas caseras, y celebra los triunfos futboleros argentinos como si fuera local. Pero tuvimos que ser perseverantes y esperar a que algo de su interés le despierte el entusiasmo.

Hay varias razones por las cuales los niños dejan de hablar el idioma del hogar, entre ellas:

La presión social: los chicos no quieren ser diferentes. Cuando se relacionan con un grupo que habla el idioma dominante, ellos quieren ser parte y prefieren hablar solo ese idioma.

Autonomía: cuando los hijos pequeños deciden hablar un idioma diferente al de los padres, están tratando con frecuencia de marcar su independencia de ellos.

Vocabulario: cuando en la escuela se habla un idioma diferente al de los padres, suelen aprender allí más vocabulario que en el hogar. No encuentran entonces las palabras para explicarse con facilidad en el idioma familiar y les queda más cómodo expresarse en el idioma dominante.

Vergüenza: algunos chicos tienen vergüenza de ser bilingües.  Un tierno ejemplo de esto está narrado en el libro de Maritere Rodriguez Bellas “I have a Secret! ¡Tengo un Secreto!” que se los recomiendo. Hoy en día se celebra más la pluralidad lingüística, pero sigue siendo un problema frecuente que hace que los chicos rechacen el idioma del hogar. Hay que evitar que amigos o familiares hagan comentarios negativos sobre las habilidades del chico para hablar el idioma de los padres.

Aunque como padres sabemos que es importante que sean bilingües por los múltiples beneficios futuros, al igual que poder desarrollar una conexión personal directa con sus abuelos y otros familiares, hay que abstenerse de hacer grandes escenas para que hablen español. El idioma no tiene que sentirse como un castigo o penalidad. Tenemos que mantenernos firmes nosotros hablando el español para que así sigan expuestos al idioma.

Veamos algunas sugerencias que son más efectivas en lograr que los chicos hablen fluidamente el idioma del hogar.

Acuerdo entre los padres: Los padres tienen que determinar la estrategia a seguir con los chicos respecto al idioma. Esta es una conversación que tiene que ocurrir preferentemente antes del nacimiento de los chicos.

Ser consistentes: si se determina que ambos padres hablaran solo en español en la casa, no hay que mezclar a veces inglés y a veces español. Si el papá es americano y la mamá latina, y se acuerda que ella le hablará solo en español, hacerlo con consistencia.

Elegir cuando se usará el idioma del hogar: Algunas familias elijen los días en los que se hablará español, por ejemplo: los fines de semana solo se hablará español en casa, incluyendo los niños.

Reuniones por Zoom: trata de exponer a tus hijos a situaciones donde tengan que hablar el idioma, por ejemplo, mediante reuniones de zoom semanales con los abuelos o primos que solo hablan español. Es una buena manera de fomentar las relaciones y la fluidez en la conversación.

Buscá temas de interés de ellos: tratá de mostrarles canciones, o revistas, o blogs en español sobre temas que son de máximo interés de ellos, como la vida de algún artista o atleta, o sobre sus hobbies.

Correspondencia a amigos latinos: puede ser divertido escribir cartas o contactarse por medios sociales con niños de países latinos, con supervisión de los padres por supuesto. Cuando yo era preadolescente tenía una amiga en Alemania con quien practicaba alemán -idioma que estaba estudiando en esa época-. Nunca la conocí en persona, pero nos escribimos con Christel durante ¡más de dos décadas!

Sé sensible y paciente: los chicos están también tratando de adaptarse a un nuevo mundo, sobre todo si llegan a Estados Unidos ya en edad escolar. Dales tiempo y continuá hablándoles en español aunque te contesten en inglés.

Para nosotros fue importante hacer todo lo posible para que nuestros hijos hablen español. Me hubiera gustado haber tenido en aquel momento libros como “Arroz con Pollo y Apple Pie”, porque es una valiosa herramienta para quienes están criando hijos bilingües.

Pero a pesar de la falta de material sobre el tema, mis instintos me llevaron por buen camino y hoy ambos hijos hablan bien el español y valoran la cultura de sus padres y abuelos. Esto no solo les abre oportunidades laborales, sino también, les ha permitido cultivar una relación estrecha con la familia materna y paterna en Argentina, y conversar con ellos sin intermediarios.  También el idioma es un vehículo de la cultura del país, de modo que pueden absorber las raíces familiares de primera mano.

Sandra Camponogara
Sandra Camponogara
Sandra emigró a los Estados Unidos en 1988 desde su Argentina natal con grandes sueños y sin ahorros. Después de trabajar en la industria del turismo en la ciudad de Nueva York durante unos años, comenzó su propia compañía de operadores turísticos, InterConnect USA en 2000 y dos décadas más tarde creó su segunda compañía, Hola Fortuna. Reinventándose una y otra vez a través de desafíos comerciales y personales, Sandra alienta a las latinas a buscar el equilibrio y la independencia financiera.

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