Quizás una de las preguntas más frecuentes que nos hacen los alumnos. Vamos a simplificar en lo posible este proceso, para que podamos entenderlo.
El uso de grasas como combustible, se basa en tres procesos fundamentales:
- Movilización
- Transporte
- Utilización
Vamos por partes…
Para movilizarla, debemos lograr sacarla de sus reservas (el tejido adiposo, la grasita debajo de la piel). Este proceso se logra con mensajes claros que estimulen a una de nuestras “grandes amigas”, que es una enzima que hace este trabajo. ¿Cómo le mandamos el mensaje? Con estímulos intensos y cortos.
Luego de movilizarla, hay que transportarla. Para eso debemos tener un buen flujo de sangre en la zona. Mejor circulación, mejor transporte. Es por esto, que debemos elegir ejercicios involucren grandes músculos. La grasa, no disminuye de manera localizada.
Y, por último, la utilización. Para esto tenemos dos caminos:
– Ejercicios de corta duración y alta intensidad, que generan una gran movilización para ser utilizada en las pausas entre ejercicios.
– Actividades de baja intensidad y larga duración, para que luego de 1:40hs aproximadamente, las grasas se conviertan en nuestro COMBUSTIBLE principal.
Nota: Esta opción puede generar una pérdida de masa muscular, no recomendable.
¿Y entonces?
- INTENSO (de 1 a 10)
- CORTO (no más de 1′ de trabajo)
- REPETIDO (entre 20′ y 40′ de tiempo total)
- FRECUENTE (4-6 veces por semana)
Así debe ser la dosis para AUMENTAR la utilización de grasas como combustible.
CIENCIA ANTES QUE MODA