En todas las familias, aún en las más progresivas donde la pareja comparte las tareas de forma más equitativa, siempre hay una persona que termina haciendo la mayor parte del trabajo. Ese de pensar, organizar, supervisar… es lo que se conoce como carga mental.
Se refiere a la responsabilidad de anticipar necesidades, identificar opciones para satisfacerlas, tomar decisiones y monitorear el progreso. No estamos hablando del trabajo físico de lavar la ropa o limpiar la casa. Sino de tareas como armar el calendario de actividades para la familia, planificar comidas, hacer la lista de compras del supermercado, la agenda social y escolar de los hijos, las citas al veterinario, buscar los medicamentos en la farmacia, recordar que se acerca el cumpleaños de la abuela y hay que comprar un regalo, etc. En una gran mayoría de los casos, este trabajo invisible descansa sobre los hombros de la mujer y se toma por hecho, sin siquiera ser reconocido como tal.
Una manifestación típica de la carga mental es cuando estamos visiblemente agotadas con el peso de todo lo que hemos estado manejando y tu pareja te dice: “Me hubieras pedido ayuda” o “¿Por qué no me dijiste?, yo te hubiera ayudado”. ¡¿Qué?! ¿¿Te hubiera ayudado?? Esto quiere decir que nuestra pareja nos ve como la manager de la casa, la responsable absoluta por que todo se organice y funcione bien. ¡Este trabajo invisible es trabajo! Porque, aunque las tareas físicas se dividan en partes iguales, la mujer está tomando más de la mitad de las responsabilidades. ¿Quién se ocupa normalmente de recordar pagar las cuentas, armar los horarios de las actividades escolares de los chicos, las citas al pediatra, las clases de fútbol o de baile, envolver los regalos para el cumpleaños de la amiguita, planear las vacaciones o las salidas con amigos? ¿Quién se queda sin tiempo ni energía para incluir actividades personales de relax mientras que la pareja si dispone de tiempo personal?
Es normal sentirse estresado cada tanto, especialmente cuando la vida te enfrenta con cosas inesperada como los chicos no asistiendo a la escuela por periodos prolongadísimos y estudiando desde la casa. O cuando hay una persona enferma en la familia, pero nadie debiera sentir que estar exhausto, sobrepasado y abrumado sea un estado natural.
El primer paso para lograr una distribución equitativa de las tareas físicas y mentales es tener una conversación al respecto con tu pareja. Muchas veces no es fácil porque se ponen a la defensiva con respuestas como “pero si yo hago A, B, C” sin considerar que uno está haciendo ¡de la D a la Z!
Asique aquí te dejo algunas sugerencias para poder encarar esta tan necesaria conversación:
- Tené en cuenta cuándo y dónde van a hablar. Buscá un momento y lugar donde no habrá interrupciones . Preparalo diciéndole que querés hablar de algo importante, enviándole además algún artículo sobre la carga mental para que tenga así una base sobre cuál es la situación y que no son solo “ideas” tuyas, sino algo real.
- Encontrá valores en común: podes decir algo como “sé que valoras contribuir en forma equitativa a nuestra familia y creo que no te das cuenta que yo tengo responsabilidades que pasan inadvertidas”.
- Usá frases que comienzan con YO para enfocarte en cómo te sentís y en cuáles son tus vivencias, no en culpar a la otra persona. Por ejemplo, “Yo me siento frustrada cuando me pedís que te diga en qué podés ayudar cuando hay platos para lavar, ropa sucia que rebalsa el contenedor, pelos del perro en el sofá y mandados para hacer. Yo soy tu pareja, no tu manager”.
- Cuando se habla con la pareja de la carga mental y de todas las cosas que tenés que organizar y supervisar, una respuesta común es “no te preocupes tanto”, pero el punto es que las cosas se tienen que hacer y alguien las tiene que coordinar.
La mujer tendría menos de que preocuparse si ocurriera con frecuencia que el marido le avisa que en el camino a casa va a parar en el supermercado para comprar leche y cereal que se están por acabar, aún antes que ella lo note. Sugerir que no preocuparse no va a lograr resultados, pero en cambio las acciones sí.
- Incluí actividades de planeamiento y supervisión al dividir las tareas. Es difícil hacer una división equitativa, pero lo importante es comenzar con algo y mantener abierta la comunicación al respecto para ver cómo van las cosas con el paso de las semanas.
- Comprendé que la otra persona hará las cosas a su manera. Delegar funciones requiere también abandonar el control. Hay que tener confianza en que tu compañero cumplirá satisfactoriamente su parte del acuerdo. Si lo estás observando todo el tiempo, lo desalentará y no va a sentir que su aporte es valorado.
- Sigan hablando. Esta situación no se creó en una semana y tampoco se va a resolver con una conversación. Al mantener el tema vigente en sus conversaciones, podrán ir corrigiendo el curso y ajustando detalles para que ambos se puedan sentir bien y mutuamente apoyados.
La carga mental es un problema real y merece que ser abordado antes de que nos sobrepase.
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