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Cómo evitar el síndrome del impostor

¿Alguna vez te sentiste que no estabas a la altura de las circunstancias? ¿Te gustaría presentarte a un concurso, pero algo te dice que no estás lista? O ¿te asignaron hacer un proyecto en el trabajo, pero crees que no tenés la experiencia necesaria?

El síndrome de impostor es bastante común y en general se presenta en las personas que aspiran a la excelencia. Es esa vocecita que nos hace dudar de nuestras capacidades y nos lleva a pensar que no merecemos el éxito que tenemos. Se estima que un 70 % de las personas van a sentir este síndrome de impostor en algún momento de sus carreras – y si, las mujeres lo sentimos más que los hombres! -, aun cuando nadie es inmune a dudar de sí mismo.

Lo que más importa no es si ocasionalmente tenés temor a fracasar o a lucir inadecuada o sin suficiente capacidad, sino darles a esos miedos el poder de impedirte tomar las acciones necesarias para alcanzar tus ambiciones, llegar a tus objetivos y satisfacer el potencial que todavía está dormido en vos.

Sin embargo, muchas veces le damos a nuestros miedos el poder que no se merecen. Por eso, aquí te cuento algunas estrategias para que puedas sobreponerte al Síndrome de Impostor.

Enfocate en los valores que tenés para ofrecer, no ser perfecta: Hay una diferencia crucial entre tratar de ser mejor cada día y ser la mejor del mundo. Para superar el síndrome del impostor, hay que aceptar que no tenemos que alcanzar la perfección para ser dignos de nuestro éxito. No se trata de bajar las expectativas, sino de ponerlas a un nivel realista que no nos deje sintiéndonos inadecuados. No necesitamos ser Einstein para aportar valor a nuestro trabajo y a los que nos rodean. Solo es necesario que seamos nosotras mismas en un 100%.

No desmerezcas tus éxitos. El síndrome de impostor lo tienen las personas que no se conforman con la mediocridad. Si alguna vez te has sentido “impostora” es porque sos una mujer que apunta a lo alto, que quiere hacer su mejor trabajo y dar lo mejor de sí al mundo. Pero, así como es noble tomar responsabilidad por nuestros errores y desaciertos, también tenemos que hacernos responsables por nuestros éxitos. Con frecuencia, las personas que se sienten impostoras atribuyen su éxito a factores externos, como un golpe de suerte o alguna ayuda recibida. Las mujeres tienden a sentirse impostoras mucho más que los hombres, quienes suelen atribuir su éxito a factores internos como su empeño, talento, inteligencia y trabajo. Minimizar tu éxito no es productivo. Si listás tus logros de los últimos 12 meses, te darás cuenta de que sos merecedora de todo éxito, influencia y respeto que alcances.

No hagas comparaciones negativas: las mujeres somos expertas en comparar nuestras debilidades con las fortalezas de otros, como cuando decimos “si yo fuera tan creativa como Carol” u “ojalá yo pudiera escribir tan fluidamente como Sara”. Esto nos hace sentir aún más imperfectas y carentes de los talentos necesarios. Nosotras sabemos el esfuerzo que nos representa cumplir con las responsabilidades, y a veces, asumimos que los demás lo hacen naturalmente, mientras que en realidad la mayoría de las personas están luchando tanto como nosotras.

Acepta el riesgo: Con frecuencia el temor de que los demás se den cuenta de nuestra supuesta carencia de capacidad hacen que no tomemos riesgos. Y lo hacemos sin darnos cuenta de que el mayor riesgo es vivir una vida de mediocridad, donde no hacemos las cosas por las que sentimos pasión y no buscamos esa nueva oportunidad por miedo al fracaso.

Recuerdo que cuando terminé la universidad, noté un aviso en el periódico para un puesto de secretaria del Gerente General. Le comenté a un amigo sobre esto, pero le dije que no me iba a presentar porque no tenía experiencia laboral para trabajar con el Gerente General de una empresa importante. Mis temores me habían hecho decidir no presentarme al puesto, pero este amigo me alentó mucho y me dijo “yo te llevo a la entrevista y si no te toman, no pasa nada, pero al menos intentalo”. De allí volví con la confirmación de que había sido aceptada entre 65 postulantes al puesto. Me hubiera perdido la oportunidad de trabajar en un lugar que me gustó mucho y de hacer amistades que aún conservo, más de tres décadas después.

Al enfrentar los miedos descubrimos nuevas fortalezas, reforzamos nuestros talentos y validamos los valores únicos que podemos aportar.  Y aun cuando no lleguemos a alcanzar todas nuestras metas, con esta actitud nos elevaremos más alto que con nuestros miedos a remolque. Podemos hacer desvanecer al impostor que tenemos dando vueltas en nuestra cabeza al enfocarnos en brindar lo que nos hace únicos y especiales.

Sandra Camponogara
Sandra Camponogara
Sandra emigró a los Estados Unidos en 1988 desde su Argentina natal con grandes sueños y sin ahorros. Después de trabajar en la industria del turismo en la ciudad de Nueva York durante unos años, comenzó su propia compañía de operadores turísticos, InterConnect USA en 2000 y dos décadas más tarde creó su segunda compañía, Hola Fortuna. Reinventándose una y otra vez a través de desafíos comerciales y personales, Sandra alienta a las latinas a buscar el equilibrio y la independencia financiera.

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